El River que se sobrepuso al "silencio atroz" y salió campeón con un club "deteriorado"
Entre goteras, ventanales en derrumbe y pasto quemado, el equipo de Simeone superó una semana terrorífica -derrota frente a Boca y eliminación contra San Lorenzo- y se quedó con el Clausura 2008 hace 17 años. Radiografía del último plantel que dio la vuelta olímpica antes del descenso del 2011.

El rugido del Monumental hizo vibrar las vigas de las casas bajas del barrio River 17 años atrás. Las radios traían noticias desde La Plata y edulcoraban los oídos de los hinchas: el empate sin goles entre Estudiantes y Colón, minutos después del triunfo por 2-1 sobre Olimpo, le daba al Millonario el Clausura 2008, su título número 33 en el profesionalismo. Aquel grito de corazón -"dale campeón, dale campeón"- ofició de desahogo para un club que, en una situación de deterioro institucional señalada hasta por los propios jugadores, superó la semana catastrófica del "silencio atroz" contra San Lorenzo y la derrota a manos de Boca.
En el seno de Núñez se sentía la obligación de volver a ganar un campeonato luego de cuatro años, dado que el último había sido el Clausura 2004. Era la sequía más larga desde la transición entre el Nacional 1981 y el torneo 1985/86. Tras la renuncia de Daniel arella al cargo de entrenador -prometió que si no ganaba nada en 2007, se iba-, Diego Pablo Simeone apareció para sucederlo, tras un exitoso ciclo en el Pincha.
"Con la llegada del Cholo se renovó un poco el aire y la esperanza. Él vino con sus ideas, conformando un plantel con chicos que ya se habían consolidado en el primer equipo, como Falcao. Llegaron el chileno Alexis Sánchez y el Loco Abreu. Se armó un lindo plantel", confiesa Cristian Nasuti, defensor de ese equipo, en una charla con TyCSports.com.
Las primeras fechas fueron con saldo positivo: solamente computó una derrota (2-1 frente a Rosario Central en Arroyito) en 12 partidos y sumó ocho victorias y tres empates. Luchaba la cima con el León platense. En paralelo, quedó puntero de un duro Grupo E de la Copa Libertadores, arriba de América de México, Universidad Católica de Chile y Universidad San Martín de Porres de Perú.
El contundente triunfo de River ante Argentinos, antes de la semana gris del 2008

Pero lo que iba viento en popa sufrió un severo riesgo de derrumbe en siete días. Los octavos de final del máximo certamen continental lo emparejaron con el San Lorenzo de Ramón Díaz y Andrés D'Alessandro. Perdió la ida 2-1 en el Nuevo Gasómetro el miércoles 30 de abril. El 4 de mayo fue a La Bombonera y cayó 1-0 con Boca, cabezazo de Sebastián Battaglia mediante, pese a que tenía un invicto de dos años en Superclásicos de torneos locales. Todavía tenía la bala de la recámara.
El 8 de mayo recibió al Ciclón en el Monumental. Abrió rápido el partido a los 11 del primer tiempo -gol de Matías Abelairas, de tiro libre- y se puso 2-0 a los 16 del complemento, con dos jugadores más por las expulsiones de Diego Rivero y Jonathan Bottinelli. No obstante, Gonzalo Bergessio, en épocas de valor duplicado del gol de visitante, metió un doblete entre los 24 y los 27 y despidió a River de la Libertadores. Aquella proeza ciclónica pasó a la posteridad como "la noche del silencio atroz", a raíz de unas picantes declaraciones del mediocampista riverplatense Oscar Ahumada sobre la reacción de los hinchas riverplatenses después del 2-2.
La catástrofe deportiva, de todas formas, iba acompañada por un declive institucional pronunciado en la segunda presidencia de José María Aguilar. "Los pasillos tenían goteras, estaban encharcados en agua. En el complejo de Ezeiza estaba todo el pasto quemado porque no había plata para arreglar el motor que regaba las canchas. Los ventanales de la concentración tenían pilares colocados porque se iban a derrumbar. Había cinco meses de atraso de sueldos", recordó Washington Sebastián Abreu en el Líbero Vs. de febrero del 2020.
Si bien no recuerda sufrir la morosidad de la tesorería, el Tano Nasuti califica como "deteriorado" al club que se encontró al regresar en 2006, luego de una breve expedición en Monarcas Morelia. "En mi primera etapa (2002-2004), estaba en su plenitud, no solo en la parte de fútbol, sino en lo social y en el resto de los deportes. Cuando volví, ya había problemas internos con la barra y otras cosas que te indicaban que la situación había cambiado para mal", comenta, en alusión a la feroz pelea de Los Borrachos del Tablón entre las facciones de los hermanos Alan y William Schlenker y Adrián Rousseau, que decantó en la muerte de Gonzalo Acro.

La bronca de los socios no tardó en aparecer. Esa noche, un grupo populoso gritó "que se vayan todos" y "se va a acabar la dictadura de Aguilar" en la entrada al hall de la tribuna San Martín. Y la misma platea, de las más exigentes del fútbol argentino, le tiró maíz a sus futbolistas -para tratarlos de gallinas- cuando salieron a jugar el domingo siguiente contra Gimnasia y Esgrima La Plata. "Fue durísimo... era un momento difícil para salir a la calle", afirmó Diego Buonanotte, figura y goleador millonario del Clausura 2008, en Página 12.
"El grupo se sentía fuerte. Cada problema que podía saltar se hablaba en el momento. Destaco los líderes que había (Ariel Ortega, Leonardo Ponzio, Oscar Ahumada, entre otros), que eran muy positivos y tiraban siempre para adelante. Había cosas que dolían como plantel, pero sabíamos que esas cosas se solucionaban ganando el título", añade el zaguero surgido de Platense.
River dio una muestra de coraje contra el Lobo y resurgió de las cenizas. Se marchó al entretiempo 1-2 abajo, pero lo dio vuelta gracias a los goles del Enano de Teodelina, Matías Abelairas y el Burrito, pedido a alaridos por la gente en el primer tiempo. El equipo cambió el clásico canto de guerra de "jugadores, la c... de su madre", en la derrota parcial, por aplausus en el final, con la victoria sellada. Quedaban cinco fechas y era puntero.
La bronca de los hinchas de River tras la eliminación con San Lorenzo

Las asperezas se limaron la tarde del 8 de junio. En un Monumental estallado, River le asestó un 2-1 a Olimpo de Bahía Blanca -tantos de Buonanotte, con asistencias de Ortega y el Pitu Abelairas- y, luego del empate entre Estudiantes y Colón, dio la vuelta olímpica. La camiseta de los festejos, con el imponente 33 en la espalda, llevaba la frase "alegria não tem fim", en referencia a la eliminación de Boca ante Fluminense en semifinales de la Libertadores.
En todas las líneas del elenco titular había una amalgama de jugadores jóvenes y de experiencia, que combinaban sacrificio y juego. Al arco iba Juan Pablo Carrizo, de los más competitivos en los partidos de ping pong en las concentraciones, según el recuerdo de los protagonistas. Con 24 años, tuvo intervenciones clave y muchos lo consideraban el próximo gran arquero surgido de las Inferiores, hasta que protagonizó el descenso del 2011 con groseros errores.
La defensa combinaba las juventudes de Gustavo Cabral y Cristian Kity Villagra con la templanza de Eduardo Tuzzio -retornado al club en 2006 luego de su pelea con Horacio Ameli en 2004- y Paulo Ferrari. También participaron Cristian Nasuti, Danilo Gerlo y Nicolás Sánchez, todos zagueros, aunque con menor frecuencia.
En el mediocampo había sociedades similares. Ahumadaalternaba la cinta de capitán y era del riñón. Más adelante en el campo, explotaron el Pitu Abelairas y Buonanotte, compañeros de cuarto en la concentración y con la costumbre de escuchar las canciones de Mario Luis antes de jugar. El Enano, promesa absoluta, fue el máximo artillero de River en el torneo y luego ganó la medalla dorada con la Selección Argentina en los Juegos Olímpicos Pekín 2008.
Ortega, si bien marcó un solo gol, ocupó el rol de asistidor en duelos clave -Huracán y Olimpo- y, sobre todo, era importante como líder. "Entraba en los últimos 20 minutos y revolucionaba todo. Nos hacía ganar muchos partidos. Lo veías entrenar y ya sabías que la iba a romper el fin de semana. Estaba metido, con muchas ganas. Siempre andaba cerca de los jóvenes, los aconsejaba. No le gustaba el conflicto ni nada. Muy sencillo y humano", destaca el Tano Nasuti.
La delantera brillaba por sus figuras. El Loco Abreu había hecho su camino antes en San Lorenzo y el fútbol mexicano. Pero los que cambiaban la ecuación futbolística, además del Burrito y Buonanotte, eran el chileno Alexis Sánchez -estaba a préstamo desde Colo-Colo- y Radamel Falcao, colombiano de las Inferiores. Ambos jugaron después en los mejores equipos de las ligas europeas.

El mercado de pases desnudó la crisis que vendría. La ausencia del jujeño en la fecha 19 contra Banfield sirvió de indicio para conocer que había una pelea interna con el Cholo, alimentada también por cuestiones de indisciplina. Finalmente, se fue a préstamo a Independiente Rivadavia. Tampoco continuaron Abreu, Sánchez y Carrizo. Llegaron Martín Galmarini, Robert Flores, Facundo Quiroga, Santiago Salcedo y Diego Barrado para reforzar el plantel.
El Millonario salió último del Apertura 2008, lo que significó su peor campaña en el profesionalismo. Simeone dejó el cargo a cinco jornadas del final y tuvo que asumir Gabriel Rodríguez, prócer de la formación de juveniles, como interino, aunque no pudo evitar el hundimiento definitivo.
Fueron años de agonía los que vinieron para el Millonario. Tras flojas campañas en los dos campeonatos siguientes, Daniel arella, el Káiser, le ganó las elecciones por una ínfima cantidad de votos a Rodolfo D'Onofrio y desbancó al oficialismo. Nada cambió: solo sumó más y más fracasos en los torneos del 2010. El primer semestre del 2011 formalizó la debacle. River descendió a la B Nacional al perder la Promoción frente a Belgrano, sumido en una crisis financiera y deportiva sin precedentes. Atrás habían quedado los goles de Buonanotte y los pases de Ortega que alumbraron la vuelta olímpica de junio del 2008.
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